La historia transcurre en el pueblo caribeño de La Manga, el cual vive sumido continuas guerras civiles y la amenaza constante del cólera.
Fermina Daza junto a su padre, Lorenzo Daza, y su tía, Escolástica, se mudaron desde San Juan de la Ciénaga a La Manga en busca de un futuro más alentador. Una vez allí, aparece Florentino Ariza que se enamora perdidamente de Fermina, a la cual comienza a asediar con extensas cartas de amor a las que, mas tarde, Fermina corresponde. Pero, un día, Lorenzo Ariza es avisado del carteo y decide irse a pasar una temporada lejos de La Manga, puesto que él quería otro tipo de marido para su hija. Así pues, marcharon a San Juan de la Ciénaga donde Fermina, compinchada con su prima Hildebranda Sánchez, sigue manteniendo correspondencia con Florentino.
Con el tiempo, la familia Daza vuelve a La Manga. Un día en el que Fermina va al mercado, se encuentra con Florentino, dándose cuenta, al instante, de que no está enamorada de él, y así se lo comunica. Florentino queda destrozado, pero se jura a sí mismo que tarde o temprano conseguirá el amor de Fermina.
El tiempo transcurre, y un buen día en el que Fermina cae enferma, acude a hacerla una visita el médico del pueblo, Juvenal Urbino de la Calle. Éste, al ver la altanería y el orgullo de Fermina, cae rendido a sus pies y hace todo lo posible para que ella acepte casarse con él. Tras varios intentos, Fermina cede ante la insistencia del médico y se casan, ante la gran pena de Florentino.
Florentino, ante la desesperación de la pérdida súbita de Fermina, “decide” que Juvenal Urbino morirá antes que Fermina, y por tanto, al quedar ésta sola, él aparecerá para vivir ese amor que le había sido prohibido.
Un día de Pentecostes, en el que la vejez ya se había asentado en los personajes, Juvenal, al intentar rescatar a su loro que estaba atrapado en un árbol, muere al caer desde una escalera. Ese mismo día, en el velatorio por el afamado doctor, aparece Florentino que aprovecha para recordarle a Fermina la promesa de que iba a esperarla por siempre echa en su juventud, a lo que Fermina responde ofendida, puesto que lo toma como una osadía.
Pasado un tiempo de la muerte de Juvenal, Florentino retoma el carteo con Fermina, que al principio se muestra reticente. Pero al celebrar un año de la muerte de Juvenal, Florentino acude a la misa y Fermina le saluda con gran énfasis, hecho que Florentino toma como una esperanza. Así pues, pasados unos días, se presenta en casa de Fermina, hecho que se va a convertir en costumbre y que Fermina va a agradecer.
Transcurren los días y los meses, y Fermina decide hacer un viaje por el río Magdalena, que es preparado por Florentino. El viaje, que en principio sólo lo iba a hacer Fermina, resulta que se convierte en una especie de luna de miel entre ambos en el que, finalmente descubren que el amor puede aparecer a cualquier edad, en el caso de Fermina, o continuar toda la vida, en el caso de Florentino.
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